Reseña

Mi querido amigo Ernesto Flores acaba de hacer una amable reseña del Informe negro en el Facebook, se las comparto. Gracias, Ernesto!, otro abrazo.

“El informe negro” y mis broncas con la ley


Su servidor, como Keith Richards, jamás ha tenido problemas con las drogas o el alcohol; sólo con la policía. Y no la de Sting. La vez más reciente (y espero que la última) fue una noche del pasado mes de marzo, después de tomarse unas cervezas en Coyoacán con Francisco Hinojosa y Ricardo Peláez, los autores de la imprescindible novela gráfica “Informe negro” (Alfaguara, 2009).

No es mi intención distraerles narrándoles con lujo de detalles mis cuitas con “los guardianes del orden” (retumban sonoras carcajadas). Lo que quiero es confesarles -sin tehuacanes, chile piquín, picanas, “pocitos”, ni simples “mordidas” de por medio- que el relato de Pancho, que ya era obligado en la literatura mexicana de las últimas décadas, adquiere una nueva dimensión con los esmerados trazos de Ricardo.

Peláez anda cocinando desde hace tiempo, y con el mismo lenguaje, “El complot mongol”, el clásico de Don Rafael Bernal, y ya muero de ganas de tenerlo en las manos. Cuando así sea, correré la voz aquí.

He leído varias veces esta versión del oscuro informe y sé que lo haré muchas más. Le presto mi ejemplar a quien lo pida, pero, la mera verdad (y no es falta de confianza), prefiero sugerirles que compren el suyo, lo gocen al máximo y lo atesoren como un magnífico y sobresaliente ejemplo de novela gráfica policiaca mexicana.

Tomás Sanabria, el antihéroe del “Informe negro”, es un detective sin parangón. Un Philip Marlowe Región 4. Bigotón, güisquero, soñador, intrépido y ejemplarmente patafísico.

Caso Cabañas. Caso Paulette. Caso Jefe Diego. Para mi que Tom Sanabria sí llegaría hasta el fondo de los tres. Hasta sus últimas consecuencias. Cayera quien cayera. Así fuera su propia madre.
Ernesto Flores Vega